La cría de peces carnívoros supone un daño mayor al beneficio, refleja un impacto medioambiental negativo, no solo por la contaminación, también por el consumo excesivo de otro tipos peces aptos para consumo humano
ACEC ha apoyado, junto a 60 organizaciones de todo el mundo, una carta dirigida al Dr. Manuel Barange, Director de la División de Pesca y Acuicultura de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), con motivo del Día Mundial de los Océanos 2024.
La carta insta a la FAO a revisar su posición sobre la acuicultura sostenible para EXCLUIR la cría de peces carnívoros. Está firmada por una amplia gama de organizaciones internacionales y comunidades locales preocupadas por los impactos perjudiciales de la acuicultura industrial de peces en jaulas marinas de red abierta.
La carta enviada a Naciones Unidas, señala la insostenibilidad de la acuicultura industrial carnívora. Si bien, se entiende que la FAO busca un crecimiento del 75% en la acuicultura sostenible global para 2040, la cría de peces carnívoros (como el salmón, la lubina, la dorada, el atún y el camarón) no es sostenible en ninguna parte del mundo debido a problemas como:
- Aumento de las floraciones de algas nocivas
- Impactos negativos en los hábitats marinos
- Muertes masivas de peces
- Uso de formaldehído cancerígeno
- Grandes cantidades de microplásticos y residuos
- Alto volumen de peces silvestres usados como alimento
La misiva, que se integra en el movimiento «Seas of Change» iniciado en Grecia, y pide a la FAO que deje de apoyar y promover la cría de peces carnívoros en jaulas de red abiertas en el mar, y que revise su posición sobre la acuicultura sostenible para excluir este tipo de cría debido a sus impactos ambientales y sociales.
Carta Abierta y Entidades que la suscriben
Enlace a la entrevista en la BBC
Opinión ACEC.
La situación económica de AVRAMAR sigue siendo difícil
La carta conjunta a la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) se motiva básicamente en la insostenibilidad de este tipo de explotaciones, aunque lo pretendan en su planteamiento inicial, no resolverán el hambre del mundo, mas bien, todo lo contrario. La participación de diversas entidades con sus charlas, investigaciones y documentales, ha demostrado que a nivel global la acuicultura intensiva le resta al planeta mas nutrientes de los que aporta. La alimentación de los peces carnívoros con pez pelágico de costas africanas es la mejor muestra de ello; generan riqueza a los accionistas pero miseria en los lugares de explotación.
Estos hechos, cada vez más difundidos, contrastados y asumidos, pueden ser fuente del incipiente rechazo social a este tipo de explotaciones. Está toma de conciencia ciudadana parece que va de la mano de un creciente desinterés en invertir en este tipo de proyectos, incluso por parte de grandes fondos.
Según Naftemporiki (el diario económico de referencia de Grecia) la empresa AVRAMAR, propietaria de las piscifactorías en Calpe lleva meses a la venta. Amerra y Mubadala, los accionistas principales de Avramar llevan meses intentando cerrar el proceso de venta, aun por definir queda si en el proceso de venta la empresa comprende todo el conglomerado o si será por partes.
El agujero de 400 millones de AVRAMAR (fuente: naftemporiki y undercurrentnews y la inminente necesidad de invertir 50 millones no parece compensar la subida del precio de la lubina, ni las 70.000 toneladas que presumen producir al año. Aún así hay parece haber varios interesados en asumir la empresa, entre ellos fondos como Atitlan, Philosofish, el grupo español Profand, y tres más que no se han hecho públicos de momento. Lo curioso es la falta de interés por parte de la empresas líderes del mercado, Cooke y Biomar, que por otro lado sí que mostraron interés cuando se conformaba AVRAMAR comprando pequeñas explotaciones en el mediterráneo en el 2019.
Lo que preocupa a ACEC es la falta de previsión de la mayoría de estas empresas ante estos escenarios, dedicadas en su mayor parte en explotar las piscifactorías sin tener un plan de contingencia por quiebra. En Grecia hemos podido constatar la existencia estructuras, antaño millonarias, abandonadas a su suerte y degradándose en aguas costeras. Si AVRAMAR se vende a pedazos o directamente quiebra (con un inexplicable agujero de 400 millones es lo más probable), ¿Quién se hará cargo de desmontar las estructuras? ¿Recaerá sobre el estado las operaciones de rescate y desguace? ¿serán subastadas? y por último, que pasará con el deterioro y daño medioambiental que causen las estructuras en áreas naturales y de especial protección cuando los responsables están en concurso de acreedores.